Cuando viajar era en blanco y negro, yo, ni había nacido.
Cuando viajar era en blanco y negro, eran muy pocos los que lo hacían. Y muchos los que se desplazaban.
Yo siempre he pensado que he nacido en la época equivocada. En una época en la que ya no dejas la puerta abierta de tu casa, en la que no conoces a tus vecinos y en la que no te avisan de que bajes a ver la tele dando con la escoba en el techo.
A veces creo que tengo un alma vieja. Que me encantaría tener una máquina del tiempo y conocer todas esas historias de bicicletas en verano y largas caminatas para ir a la playa.
Pero, en verdad, hoy no quiero hablar de mí. Quiero hablar de los rostros en blanco y negro que veréis en las siguientes fotos. Ellos y ellas son los verdaderos héroes y heroínas de mi historia.
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Cuando viajar era en blanco y negro

Mimetizadas entre los rostros sonrientes en blanco y negro de la foto hay mil y una historias de superación, esfuerzo, sudor, lágrimas y también mucho amor.
Se preparan para un viaje en autobús Santander–Bilbao, probablemente sea el único que hagan ese año, probablemente sea la primera vez que muchos salgan de Cantabria. No veréis una mala cara, una sonrisa apagada. Llevan planeando este viaje un montón de meses.
Él y ella se toman fuertemente del brazo, como años después harán en sus viajes con el Imserso.

Se casaron también en blanco y negro. Y aquí no hubo luna de miel. Ni siquiera sabían de otras playas paradisíacas que no fueran las de su amada Santander.
Él salió de España dos veces. La primera para trabajar en Francia, pero no aguantó ni un mes. La segunda vez fue con ella y llegaron al norte de Marruecos.
No conocieron las playas de Tailandia, ni los templos de Camboya. Tampoco hicieron la Panamericana, ni un safari en África.
Pero con ellos viajé más de lo que se puede hacer en 5 vidas.
Todas estas fotos son más reales de las que veréis nunca en Instagram.
No veréis nada más real.
El punto de no retorno

Pero cuando se viaja en blanco y negro también hay viajes sin retorno. De esos en los que te enrolas siguiendo un sentimiento y ese sentimiento es tan fuerte que acaba matando.
Benigno salió de Cantabria, pero no llegó «muy lejos». Al menos no para esos para los que solo viaja el que da una vuelta al mundo.
Fue de espaldas y nunca mostró un signo de flaqueza.
Dicen que le escondieron junto a todos los demás.

Imagina todas esas veces que has descrito lo que te marcó tu viaje por la India o lo brutal que fue la experiencia por el Círculo Polar Ártico.
Yo recuerdo historias de la mili, de cartas y más cartas y de horas junto a la hoguera.
Recuerdo historias de anhelos y de viajar con la mente de vuelta a casa.
Ojalá el recuerdo no se nuble nunca. Ojalá tuviera yo tantas fotos como esas que malgastáis hoy en día.
Ojalá mi olvido no marque la historia.
Ojalá que alguien me recuerde.

Leticia es fundadora de Aprendizaje Viajero, uno de los blogs de viaje de referencia en español. Tiene más de 7 años de experiencia redactando guías de viaje y dedicándose a viajar por el mundo. En estas guías incluye recomendaciones y opiniones sobre qué visitar, cómo hacerlo, los mejores itinerarios y mil consejos más.
Ha escrito innumerables artículos de viaje y ganado varios premios de redacción. Además, ha aparecido hablando sobre viajes en los medios de prensa más importantes de España.
Estudió Traducción en la Universidad de Valladolid y ha trabajado para marcas internacionales aportando valor en departamentos de Marketing. Se dedica a su propio proyecto de viajes y turismo desde hace más de siete años.
Podéis leer más sobre ella en sus perfil de LinkedIn.